Con este post solamente quiero dar las gracias a Campofrío por haberme hecho recordar cuando era pequeño y me sentaba en las rodillas de mis abuelos a ver al gran Miguel Gila.
Podría escribir un artículo larguísimo con todo lo que me ha evocado pero prefiero guardármelo y aplaudiros por estar en boca de todos sin necesidad de “girar en una noria”.
ENHORABUENA, con mayúsculas. Y gracias. De corazón.
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