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Reflexiones

“¡Deja de aburrirme y cuéntame una historia!” El recurso del Storytelling

Publicado el 29 abril, 2012

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Érase una vez un escritor que quería que le leyeran. Pero no sabía cómo destacar ante tanta información. Abría los periódicos y veía decenas de noticias interesantes. Los columnistas le daban pavor. “Ellos sí que tienen un público fiel”, se decía para sus adentros. Así que no quería leerles. Los diarios digitales le quitaban el sueño: “¿cómo es posible que la gente se lea todo eso?”, se preguntaba a diario.

Entraba en Twitter y veía cientos de tweets interesantes. “¿Cómo hago para que la gente se fije en mí?”, pensaba. Y no veía solución. Las redes sociales, las cuales al principio habían supuesto para él una auténtica revolución, ahora eran vistas como auténticas enemigas.“Cualquiera puede difundir sus relatos, sin que nadie haga una criba previa”, se lamentaba nuestro escritor, “así no hay quien destaque”. Y, con éstas, recortó su última columna en el diario en el que escribía y se fue a dar un paseo, cabizbajo.

Ensimismado, llegó a un parque en el que había un niño de unos cinco o seis años sentado en el suelo, haciendo garabatos con un palito de madera en la arena.

– Hola, ¿qué haces? – le preguntó el escritor mientras se acercaba hacia él.

– Escribo – contestó el niño.

– ¿Y qué escribes? – volvió a preguntar el escritor.

– Un cuento muy bonito que algún día leerán millones de personas en todo el mundo – respondió el pequeño.

El escritor frunció el ceño, extrañado. Ambos se miraron a los ojos durante cinco segundos. El uno pensó del otro que parecía triste, lo mismo que el otro del uno. Y el niño siguió escribiendo en la arena.

– Nunca llegarás a eso – comenzó a hablar otra vez el escritor.

– ¿Por qué me interrumpes? Estoy creando – respondió el niño, sin apartar la mirada de la arena.

– ¿Es que acaso no puedo hablar? – le dijo el escritor.

– Claro que sí, pero no para quejarte. Eres como todos. No deberías malgastar tu tiempo en eso – le contestó el pequeño.

– ¿Y en qué debería hacerlo? – preguntó el escritor.

– En pensar cómo hacer para que la gente lea lo que escribes.

– ¿Cómo sabes que la gente no me lee?

– Por cómo me hablas. No estás seguro de ti mismo. Y por cómo me has mirado. Tus ojos no son los de un escritor. Al menos, no los de uno de verdad – le contestó el niño sin apartar la mirada del suelo.

El escritor se quedó sin palabras. No podía rebatirlas porque, en el fondo, sabía que eran ciertas. Un silencio atronador se apoderó del parque, de la ciudad, del mundo del escritor.

– ¿Puedo decirte una cosa? – interrumpió el niño.

– Dime – contestó el escritor.

– ¡Deja de aburrirme y cuéntame una historia!

– ¿Por qué dices eso?

– No haces más que lamentarte pero, ¿has hecho algo para remediarlo? ¿No has pensado en que todo el mundo está harto de leer los mismos artículos, titulares casi idénticos, posts de copia y pega? Déjame leer algo tuyo.

– Toma – le dijo el escritor mientras le acercó su columna recortada.

El niño empezó a leer en voz baja.

– Ya está – le dijo al escritor, devolviéndosela y volviendo a fijar su mirada en el palito y la arena del suelo.

– ¿Ya? Es imposible que lo hayas leído tan rápido – se molestó el escritor.

– No lo he hecho. No me enganchaba y lo he dejado – contestó el niño sin levantar su mirada.

– ¿Por qué? – preguntó el escritor.

– Es un mensaje unidireccional. Esto ya no funciona.

– Pero es real. No me gusta inventarme nada.

– ¿Y quién te dice que lo hagas? Esta conversación también es real. No es necesario que te inventes nada, ni siquiera que me des un complejo argumento. Tan sólo emocióname, nárrame un relato con el que me hagas conectar. Puedes hacerlo.

– Eso es muy difícil.

– Claro que lo es. Pero, ¿qué quieres hacer? ¿Ser uno más? ¿Venir a llorarle a un niño? Haz de tu relato una enseñanza propia. Cuenta una historia que de verdad te haya sucedido. No busques nada difícil, no lo compliques. Sé honesto.

– Lo soy pero a mí no me suceden cosas épicas.

– Eso es mentira. Has de tener presente que tu vida es la mayor de las aventuras que jamás vas a conocer. Aprovéchala. Haz a tus lectores partícipes de ella. Ellos ya sacarán sus propias conclusiones.

El escritor se quedó helado. El niño tenía razón. Pero quería seguir indagando.

– ¿Tú qué es lo que buscas cuando lees?

– Sólo una cosa: que me transporten a otro mundo. Al que el escritor me lleve. ¿Haces que tus lectores viajen?

– No lo sé.

– Vale, pues te lo pregunto de otra forma. ¿Utilizas el Storytelling cuando escribes?

– ¿Eso qué es?

– Según Montecarlo y Eva Snijders, el Storytelling busca una reacción emocional, puntual y, hasta cierto punto frívola, pues no deja de tratarse de una reacción más o menos instintiva a un impulso determinado.

– Suena interesante…

–  Ambos también hablan de que contar historias es la manera que tenemos de transmitir nuestras propias experiencias, revivirlas y compartirlas con los demás. Contar historias nos ayuda a comprender el mundo en que vivimos y a construir un futuro. Somos las historias que nos contamos.

– Es cierto.

– Podría estar contándote más y más definiciones de grandes nombres sobre el significado destorytelling. Pero creo que ya te vas haciendo una idea.

– Sí. Pero me hablas solamente de teoría. Así es muy fácil. No acierto a encontrar ejemplos de buenos storytellers, o como quiera que se llame a quienes hacen esto.

– ¿Quieres ejemplos? Barack Obama hizo de su ascenso a la Casa Blanca la reencarnación del sueño americano. Y decenas de millones de personas en todo el mundo le creímos.

– ¿Tú habías nacido cuando Obama fue elegido presidente?

– Eso no importa. Steve Jobs dejó con la boca abierta a toda una generación de universitarios con su discurso en la graduación de Standford.

– ¿Vivías cuando Steve…?

– (Interrumpe) Y años atrás Martin Luther King nos hizo partícipes de su sueño a millones de personas.

– Eso ya sí que no me lo creo. Que vivieras en los 60 no cuela…

– Claro que no había nacido cuando pasaron casi todas estas cosas. Te quedas en la superficie. ¿Sabes por qué sé todo eso? No sabría recordar ni una frase, ni un gesto de ninguno de estas tres personas en estos discursos. Pero nunca podré olvidar cómo me hicieron sentir cuando los escuché por primera vez. Eso es lo que tú tienes que hacer con tus lectores.

– Ya. Entonces… ¿quieres que te transporte a otro mundo?

– Al que solamente tú quieras llevarme.

–  Y que conecte con mi público desde el titular y la primera línea…

– No te van a dar más oportunidad que eso, estamos abrumados ante tanta información.

– Que comunique pero, sobre todo, que persuada…

– Vas muy bien. Busca lo épico pero sin caer en el sensacionalismo ni en el amarillismo. Alguien como tú debe saber bien dónde está la frontera que lo separa.

– Pero eso es ser una especie de escritor de guiones…

– En cierto modo, sí. Juega a ser guionista: hazme un planteamiento, un nudo y un desenlace. Dime quién es el protagonista, quién el antagonista, dónde está el conflicto, el punto de giro y el clímax. El héroe de esta historia eres tú. O puede ser otro. Pero tú eres quien me va a enganchar.

– Entonces, ¿puedo exagerar para que quede más emotivo lo que escribo?

– Nunca. Dile a tu público que has llorado escribiendo un artículo. Pero, ojo, hazlo sólo si es verdad. No les engañes. El storytelling no es eso.

– Así que quieres que invite en lugar de intentar convencer, que provoque emociones, que divierta y me divierta escribiendo…

– Ya lo has entendido – le dijo el niño, levantando la cabeza del suelo y mirándole a los ojos fijamente con una sonrisa.

–  Creo que así conseguiré que la gente me lea y tendré cada vez un público más fiel.

– Así es.

– ¿Y ahora qué hago? – preguntó el escritor.

– Ya tienes tu historia. Ahora ve y cuéntala como mejor sepas.

Nota: Esta semana he debutado en #TcBlog, el blog corporativo de Territorio creativo, del cual era lector fiel por ser referencia del marketing en español. Este ha sido mi primer artículo, en el que he escrito sobre Storytelling y conté con la participación de Montecarlo y Eva Snijders (a los cuales agradezco nuevamente su ayuda), dos de los más reputados storytellers de nuestro país. También puede leerse en el blog de Territorio creativo.

Soy fundador y director creativo de la agencia FLUOR Lifestyle. También fundé la Asociación Innovación Audiovisual. Soy autor del cómic ‘100 crisis de un papá primerizo‘, director académico del Curso Superior en Branded Content y Transmedia Storytelling de IAB Spain. Imparto formación en varias instituciones en España y Latinoamérica, como la EICTV. Si te apetece, puedes suscribirte a mi blog aquí, estar atento a mis cursos aquí o plantearnos un proyecto a FLUOR aquí. Gracias por leerme.

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