Carmen González (Espacio Kikirikí): “Los niños nos enseñan esa preciosa conexión consigo mismos”
Publicado el 26 septiembre, 2019
Carmen González
Psicóloga, Cofundadora Espacio Kikirikí
Badajoz
Libro favorito La conjura de los necios
Hoy quiero aprovechar para entrevistar a Carmen González. Ella es de esas personas que me ha encantado encontrarme en el camino los últimos años, en su caso cuando decidimos en qué escuelita estaría nuestro hijo Álex unas horas por la mañana mientras Ariana y yo trabajábamos.
Lo primero, antes de empezar, me gustaría que te presentaras. ¿Quién es Carmen González?
Soy una pacense de origen asturiano que lleva 18 años viviendo en Madrid. Además soy psicóloga y madre de un niño y una niña de siete y cinco años respectivamente.
¿Qué es para ti la infancia, Carmen?
Para mí la infancia, como decía Rilke, es nuestra verdadera patria. Es un momento crucial en la vida de cada persona que va a influir en el desarrollo de la misma.
Estudiaste en Salamanca, ¿qué te llevas de esa ciudad que recuerdes sigues aplicando en tu oficio como psicóloga?
De Salamanca me llevo muchísimas experiencias tanto a nivel profesional como personal. Llegué con 18 años, era la primera vez que vivía fuera de casa de mis padres, así que tuve que aprender a caminar sola. Aunque, en realidad, y eso me lo llevo para siempre, nunca estuve sola, conocí a personas maravillosas con las que sigo teniendo un vínculo casi de hermandad. Por otro lado, también pude dar rienda suelta a mi interés por conocer a distintas personas, lugares, actividades y, por supuesto, temas de psicología.
Y llegaste a Madrid…
Vine a Madrid para hacer un máster de dos años de Psicología Clínica. Siempre tuve claro que esa era la rama de la psicología que más me atraía. Una vez terminada la carrera, sentí que necesitaba seguir formándome para hacer terapia. Es algo muy serio y sumamente enriquecedor tratar con personas. Más tarde trabajé dos años en el área de psiquiatría y psicología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús y un año en el Hospital Doctor León. Actualmente, llevo 17 años realizando terapia en consulta privada.
Y, en éstas, un día a ti y a varias personas más se os ocurre fundar el Espacio Kikirikí. ¿Por qué decidís hacerlo?
Lo hicimos porque detectamos una necesidad. Al buscar una escuela infantil para nuestro primer hijo, nos dimos cuenta de que en el centro de Madrid, que es donde vivimos, la mayoría de ellas no nos encajaban con la idea de educación que teníamos. La que nos gustó tenía una lista de espera bastante larga, así que pensamos que, al igual que nosotros, otras familias compartían nuestra idea de educación y nos pusimos manos a la obra. Hablamos con unos amigos, les contamos nuestra idea de crear un nuevo espacio infantil y, entre todos, le dimos forma. En menos de un año, el sueño se hizo realidad.
Personalmente, nosotros (Ariana, Álex y yo) hemos vivido lo que es Espacio Kikirikí durante dos años. Siempre digo que Kikirikí es para todos los niños pero desde luego no para todos los padres. ¿Qué es para ti?
Para mí, Kikirikí es el lugar donde los niños y las niñas pueden serlo. Un lugar donde se respetan sus ritmos y sus necesidades. Creo que, en general, hay una cierta compulsión por educar, por tratar conseguir objetivos para el futuro. En mi opinión, debemos ocuparnos más del presente y dejar que éste se encargue del futuro. Y ya que estamos con los tiempos verbales, creo que la educación es una especie de presente continuo. Los niños y las niñas tienen un interés innato por aprender. Es importante no obstaculizarlo para que sigan teniendo esta motivación.
Los niños son ilusión desde la cabeza a los pies, son un torrente creativo… Siento que estamos afrontando la educación en masa, como si fuera una churrería para que todos sean iguales, donde se aprende por obligación y no por disfrute. No les estamos dejando que se comporten como lo que son: niños. Educar no debe ser solamente pasar exámenes ni en convertirse en meros objetos de evaluación. ¿Qué podemos hacer ante esto, Carmen?
Acompañarles en su desarrollo. Los adultos tenemos que velar por la seguridad física y afectiva de los niños mediante límites y normas pero, fuera de esto, no debemos interferir en sus necesidades o motivaciones. Si les observamos y acompañamos, ellos mismos nos enseñarán qué necesidades y motivaciones tienen en cada momento. Cubrirlas es de suma importancia para respetar su individualidad y fomentar un crecimiento emocional sano.
“Tiene que saber inglés y dominar la tecnología”, escucho frecuentemente. Y pienso: ¿Y la filosofía? ¿Y la música? ¿Qué hay de la sensibilidad artística? ¿Por qué no se habla con la misma ilusión que tenemos por que los niños sepan inglés a que aprendan a expresar sus sentimientos?
En mi opinión, esto tiene que ver con la idea de que si consiguen tener la formación que actualmente se pide en determinados trabajos, conseguirán un empleo bien pagado y serán más felices. El error está en que lo que el adulto considera como felicidad, quizás no lo sea para el niño. Actualmente, muchos de los adultos que conozco, tienen mucha formación pero no están contentos con sus trabajos. Y esos mismos adultos son los que creen que si sus hijos se forman más todavía, serán más felices. Yo creo que si fomentamos que los niños se centren en los intereses que tienen, conseguirán un bienestar presente y futuro.
Llegados a este punto, ¿crees que los adultos -en cierto modo- subestimamos a los niños?
Creo que nuestra propia inseguridad hace que no confiemos en sus potencialidades, que son muchas y muy diversas.
Kikirikí no es una guardería aunque en cierto modo “compite” -si se me permite la expresión- con éstas ya que o los nenes van a una guardería o van a un espacio como el vuestro. Para mí no tiene nada que ver, de hecho, cuando nosotros hablamos de Kikirikí nos referimos a una escuelita y nunca a una guardería. ¡Es tan fea esa palabra…! Parece que llevas a los niños precisamente a eso, a que alguien te los guarde. ¿Cómo perciben los padres cuando les contáis que allí hay pocas cosas de las que acostumbran las guarderías?
Es cierto, si piensas en el significado de la palabra “guardería” no suena nada bien. Las familias que vienen a Kikirikí son muy diferentes. Algunas vienen buscando exactamente lo que ofrecemos, otras no conocían esta metodología pero les gusta y, por último, hay algunas a las que no les encaja.
¿Qué hacen los niños en Kikirikí desde que llegan hasta que se van?
Tenemos rutinas relacionadas con las necesidades de alimentación y sueño pero básicamente lo que hacen es jugar. Como dijo Francesco Tonucci: “Jugar para un niño es la posibilidad de recortar un trocito del mundo y manipularlo para entenderlo”. Tomarnos en serio el juego de los niños es la mejor manera de respetar los ritmos de su desarrollo y ofrecer una atención individualizada a cada uno de ellos.
En los últimos años hemos visto la proliferación de centros que se dicen a la altura del reto de todo lo que supone la infancia por tener tablets en clase, ¿qué opinas de esto?
Depende de la etapa escolar, en la etapa infantil las considero absolutamente innecesarias porque este ciclo de la vida es un periodo sensible a la exploración sensorial (existen materiales mucho mejores para experimentar con los sentidos).
¿Cuál es tu opinión sobre la penalización del error y los castigos?
Creo que es un error. Los niños que “se portan mal” es porque se sienten mal y castigar o penalizar el error hace que sientan más resentimiento aún -en los mejores casos- o les genera inseguridad y baja autoestima. Es importante que no permitamos comportamientos agresivos en los niños que puedan herir a otras personas, materiales o a sí mismos pero es importante atender a la emoción que los genera. El comportamiento solo es la punta del iceberg.
¿Cómo concebís el papel de la familia en Kikirikí?
Nos gusta hacer equipo con las familias para ayudarlas en esta etapa, que remueve tanto, y conseguir un bienestar global de cada niño/a que viene a Kikirikí.
¿Y cuál es el rol del acompañante?
Es estar presentes, conectar con las necesidades de cada niño, escucharles, sostener sus emociones, respetar sus ritmos. En definitiva, como decía María Montessori, es atenderles con la máxima observación y la mínima intervención. Eso parece sencillo pero es lo más complejo.
Los padres (y el ser humano, en general), solemos entrar habitualmente en la comparación (“este niño se porta peor que su hermana”) y en las etiquetas (“ha sido un bicho desde que nació”). ¿Cómo ves esto?
La comparación no es buena por muchas razones, la principal es que el menor puede sentirse no aceptado, exigido e incomprendido. De alguna manera es no asumir que cada persona es única y esto puede provocar la pérdida de identidad. En el caso de las etiquetas, éstas encasillan a los niños y fomentan el desarrollo de un único rol, algo absolutamente negativo aunque la etiqueta tenga connotaciones positivas.
Para acabar, Carmen, ¿qué podemos aprender de los niños?
Los niños nos enseñan esa preciosa conexión consigo mismos. En particular, cada niño nos muestra su esencia, con una autenticidad asombrosa.
Quiero aprovechar estas líneas para agradecer una vez más a Carmen y a todo el equipo de Kikirikí la increíble labor que hacen. Os queremos mucho.
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Soy fundador y director creativo de la agencia FLUOR Lifestyle. También fundé la Asociación Innovación Audiovisual. Soy autor del cómic ‘100 crisis de un papá primerizo‘, director académico del Curso Superior en Branded Content y Transmedia Storytelling de IAB Spain. Imparto formación en varias instituciones en España y Latinoamérica, como la EICTV. Si te apetece, puedes suscribirte a mi blog aquí, estar atento a mis cursos aquí o plantearnos un proyecto a FLUOR aquí. Gracias por leerme.
2 comentarios
Estupenda idea que aporta un nuevo y distinto modelo para educar y preparar a niños y niñas desde muy corta edad para su futuro.
ME ENCANTA LA IDEA.
Carmen nos transmite que lo mas importante en el campo de la,educación son las personas.
Esta iniciativa no solo es buena en si misma desde el punto de vista educativo sino que apunta a valores y sentimientos humanos.
Por otra parte, saber que hay buenos prifesionales apuntando en esta dirección tan acertada y ambiciosa hace que se refuerce su credibilidad en una sociedad que aparentemente es cada vez mas superficial y mercantilista.
Esta iniciativa confirma la esperanza en un mundo mejor.
Gracias.